
Transición verde sí, pero justa.
Cada vez se reclaman más medidas para que los gobiernos del mundo medien las presiones producidas por el cambio climático y la degradación del medio ambiente, a lo que se le suma el descontento permanente de la sociedad en lo que respecta a temas como la desigualdad, la pobreza y el desempleo. Abordar este doble desafío (ambiental y social), debería ser uno de los ejes de trabajo principales de cualquier agenda pública. La transición verde se plantea como el camino para lograrlo, y aunque es necesaria y urgente, sería idealista creer que será rápida, sin obstáculos e impactos sociales negativos, aunque es importante anotar que con muchos otros positivos como la generación de empleos verdes.
La transición verde no es una más de las transiciones económicas por las que la humanidad ha transitado, pues esta no se concentra únicamente en generar riquezas y salvar las economías del mundo a costa de lo que fuere. Esta transición pone en el centro a las personas y tiene sus cimientos en la potente idea de proteger y restaurar el medio ambiente.
Pero ¿qué significa que la transición verde se centre en las personas?
Hoy tenemos una economía altamente dependiente del carbono que necesita una transformación disruptiva, por ejemplo, las industrias más contaminantes están llamadas a transformar sus modelos de negocio por unos donde la sostenibilidad esté presente en cada una de las etapas de su cadena productiva. Suponga que hoy por decreto se ordena el cierre de estas industrias ¿podría calcular los impactos sociales de esta medida? ¿cuántos empleos directos y cuándos indirectos generan estas industrias? ¿cuántos oficios y puestos de trabajo de estas industrias pueden ser adaptados a los oficios de la economía verde? ¿Cuántas capacidades y competencias de estas industrias pueden ser transferidas a las nuevas industrias que surjan de una economía verde? ¿Cuántos y cuáles trabajadores y comunidades dependientes de estas industrias pueden afectarse? ¿Qué capacidad tiene el país para reubicar laboralmente en sectores verdes a las personas afectadas?
Por otro lado, hay efectos del cambio climático que son irreversibles, hoy por hoy son inminentes y ponen en peligro los medios de vida de ciertos sectores de la población, pero ¿cuál es concretamente esta población vulnerable a los efectos del cambio climático? ¿cuánta de esta población puede perder su empleo o no pertenece al mercado del trabajo formal? ¿Cómo mejorar la participación de esta población en los mercados laborales? ¿qué planes y recursos tiene Colombia para bridar una atención integral a esta población?
Cuando hablamos de que la transición verde se centra en las personas, es porque se habla de justicia social, y eso precisamente se relaciona con la respuesta a cada una de las preguntas anteriores y la inminente necesidad de ofrecer oportunidades para todos y no perpetuar las injusticias sociales de nuestros habituales modelos de desarrollo y transiciones económicas pasadas, que han traído pobreza, desigualdad y altas tasas de desempleo.
No podremos avanzar en la transición verde si a la par no minimizamos los impactos negativos que esta trae sobre los trabajadores y las comunidades, y maximizamos sus impactos positivos, es decir, si no gestionamos correctamente efectos como la pérdida, sustitución, transformación o redefinición de empleos, o la creación de nuevos empleos verdes. Palabras más, palabras menos, de eso se trata la transición justa y no se dará en uno, dos o tres días, incluso podrá tardar años, pero necesitará de la voluntad, el diálogo y de múltiples acuerdos de muchos actores involucrados (gobierno, empleadores, trabajadores, etc.) para que se dé bajo estas condiciones, de lo contrario, podremos estar vaticinando una gran debacle social donde haya todo, menos justicia social.
¡Transición verde sí, pero justa!